Lección de La crisis conyugal

Causas de la crisis

    Una crisis conyugal, grande o pequeña puede presentarse en cualquier momento. La crisis seria puede aparecer a los dos años de casados o incluso antes, cuando el impulso sentimental pierde fuerza. El respeto mutuo y el interés por el otro empiezan a languidecer; son más frecuentes las discusiones y los enfrentamientos; comienza un proceso de alejamiento y después de un tiempo puede desembocar en una ruptura irreparable. A veces se piensa que se ha escogido mal a su pareja. Pero a menudo, no es la elección del cónyuge el origen de la crisis, sino la propia falta de temple y maduración personal o la evolución del matrimonio lo que no ha seguido las pautas adecuadas.

   La esencia del matrimonio es el amor, que será auténtico si hay entrega sin condiciones a la persona amada, al tiempo que también ella resulta acogida sin reservas. Por tanto, para tener éxito en el matrimonio hay que liberarse de las ataduras que nos atan al propio yo y darse totalmente al otro. Algunos matrimonios se deterioran cuando uno de los dos caen en la bebida, en la droga o en el sexo extraconyugal. Otras veces las crisis son aparentes pues se piensa que cuando el amor existe, no deberían presentarse dificultades ni obstáculos. Cuando estas aparecen habrá que volver a empezar con mayor entrega y madurez.

Consejos para salir de la crisis

   Ante un momento de prueba hay que buscar un motivo de peso para ser fiel al otro y para exigirse la perseverancia. Habrá que revivir y poner en primer plano el compromiso nupcial por el que se entregó de por vida a su pareja. Por otra parte, los hijos suelen ser un apoyo y un motivo puesto por la naturaleza para hacernos salir de nosotros mismos y mantener los lazos matrimoniales. No es positivo medir el amor del otro, ni el don del otro. Ante una dificultad, cada uno ha de hacer lo posible para que la situación mejore. Casi siempre se pretende que sea el otro cónyuge el que cambie y casi nunca se logra.

  * Hay que olvidar y perdonar cualquier lista de agravios pasados.
* Evitar por todos los medios las ofensas de palabra, acción o de gestos.
* Procurar resolver los conflictos que nos hacen estar mal con nosotros mismos.
* Fortalecer de nuevo los motivos, proyectos e ilusiones que dan atractivo a la vida en común.
* Evitar por todos los medios el aburrimiento.
* Aprender a callar cuando sea necesario y evitar las discusiones inútiles y el más mínimo asomo de ironía. No llegar a los enfrentamientos directos.
* Instaurar una vida de relación íntima sana, positiva y centrada en la comunicación, sin centrarse exclusivamente en la vida sexual.
* Aprender a remontar los momentos, días y situaciones difíciles.
* Frenar la tendencia a controlar, vigilar e inspeccionar al cónyuge.

La infidelidad del otro

   Cuando la relación matrimonial languidece, las relaciones profesionales y de otro tipo pueden ocasionar que el marido o la mujer tengan puntos en común con un colega de distinto sexo, que si no se corta pronto puede llegar a la infidelidad y ruptura matrimonial. Por otra parte, la desconfianza infundada y los celos excesivos pueden dañar el matrimonio más incluso que una falta de lealtad.

   Cuando un cónyuge se da cuenta de que en el otro nace un sentimiento amoroso hacia un extraño, debería examinarse él mismo sobre su parte de culpa: si ha dejado solo al otro, si no lo ha escuchado suficientemente, si no le ha contado todas las cosas, si se ha dejado absorber por su trabajo profesional o por las tareas de la casa.

   Después de esto habrá que comenzar a prepararle el camino de regreso. No es falta de dignidad la acogida amorosa a quien nos ha engañado, cuando éste se arrepiente de veras. También hay que perdonar y olvidar. El que perdona al otro, se perdona a sí mismo. Es el camino para poder estar de nuevo contentos y reconstruir una nueva confianza.


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