Lección de La devoción a la Santísima Virgen

El hecho más importante de la historia es que el Hijo de Dios tomó carne en las purísimas entrañas de la Virgen María, haciéndose hombre para habitar entre nosotros y salvarnos del pecado. La Virgen, por tanto, es Madre de Dios. Pero es también nuestra Madre, madre de todos los hombres, y especialmente de los cristianos; en el Calvario Jesús nos la entregó como madre, Momentos antes de morir, viendo a su Madre y al discípulo amado que la acompañaba, dijo: «Mujer, he ahí a tu hijo;… He ahí a tu Madre» (Juan 19,26-27).

    Con razón la Iglesia no cesa de exhortar a sus hijos para que vivan una devoción tierna y filial a la Santísima Virgen. Este último tema del Curso de Catequesis busca aumentar la devoción a la Virgen. ¡Ojalá sepamos acudir siempre a Ella pidiéndole que nos haga buenos hijos, buenos cristianos y seguidores fieles de su Hijo Jesucristo!

Duración: 10 minutos

La Virgen es nuestra Madre

    La Santísima Virgen ocupa el primer lugar entre los ángeles y santos del cielo porque es la Madre de Jesús, nuestro Redentor.

Como Jesús es nuestro hermano, la Virgen es también nuestra madre; cuando estaba muriendo por nosotros en la cruz, nos la dio como madre en la persona de Juan: «He ahí a tu Madre«. Asunta al cielo en cuerpo y alma, desde allí intercede como buena madre por todos nosotros.

Los cristianos veneran a María de modo muy especial

    Al igual que Juan cuidó de la Virgen después de la ascensión de Jesús al cielo, también nosotros debemos amarla y venerarla como buenos hijos.

Así lo han hecho los cristianos a lo largo de los siglos, y todos los santos han tenido especial devoción a la Virgen; de ahí que hayan surgido tantas maneras de honrarla. Nosotros debemos conocerlas y practicarlas, si queremos manifestar nuestro amor a la Madre del cielo.

Devociones marianas

    a) Rezar a la Virgen al levantarse y al acostarse. A las madres les gusta que se les salude por la mañana y se les despida por la noche. A la Virgen -nuestra Madre- también le gusta. Podemos hacerlo rezando tres avemarías y alguna oración, por ejemplo: «¡Oh Señora mía, oh Madre mía…!».

    b) Venerar sus imágenes. En las iglesias, calles, plazas, casas, los cristianos han puesto cuadros e imágenes de la Virgen para que nos sea fácil acordarnos y acudir con frecuencia a Ella. Al ver su imagen y mirarla, podemos decir una jaculatoria.

    c) El «Ángelus» o «Reina del Cielo«. Muchos cristianos tienen la costumbre de rezar a las doce de la mañana el Ángelus, o en el tiempo pascual el Reina del Cielo. Con esta oración le recordamos a la Virgen momentos tan importantes de su vida como la Encarnación y Resurrección de su Hijo.

    d) El Santo Rosario. Se van repitiendo las avemarías mientras se meditan los diversos misterios de nuestra Redención. Es una tradición muy arraigada entre los cristianos y vivamente recomendada por la Iglesia. Nos puede ayudar para querer más a la Virgen, y sabemos que a Ella le agrada mucho.

    e) El mes de mayo. En este mes, la Iglesia desea honrar de modo especial a la Virgen; se adornan los altares con flores y se puede tener todos los días algún detalle con Nuestra Señora.

    f) El escapulario del Carmen. La Virgen prometió a San Simón Stock (siglo XIII) que los que murieran con su escapulario no se condenarían. El llevarlo nos recuerda a nuestra Madre y permite acudir a Ella en todo momento.

    g) El sábado, dedicado a la Virgen. La Iglesia ha querido señalar el sábado para que honremos a la Virgen. Aparte de vivir mejor las devociones marianas, podemos rezar o cantar la Salve.

    h) Las visitas a un santuario mariano. En todo tiempo, pero de modo particular durante el mes de mayo, los cristianos visitan los santuarios e imágenes de la Virgen, para honrarla y aumentar así su devoción. Se puede ir rezando el Rosario con espíritu de recogimiento y mortificación.

    i) Las fiestas de la la Virgen. A lo largo del año, la Iglesia celebra con gozo las fiestas de la Santísima Virgen. Nosotros debemos unirnos a ese gozo, celebrándolas con alegría. Las principales son:

    1 de enero: Santa María, Madre de Dios.

    2 de febrero: La Purificación de Nuestra Señora.

    25 de marzo: La Anunciación.

    15 de agosto: La Asunción al cielo en cuerpo y alma.

    8 de septiembre: La Natividad de María.

    12 de octubre: La Virgen del Pilar.

    8 de diciembre: La Inmaculada Concepción.

Aumentar siempre el amor a la Virgen

    La vida del cristiano es un caminar hacia Dios: de Él venimos y hacia Él vamos. La Virgen nos acompaña, protege y ayuda. Debemos aumentar nuestro amor a Ella tratándola con especial cariño, ofreciéndole cosas, acudiendo con más confianza a su poderosa intercesión, viviendo las devociones que hemos señalado. Nuestro amor a la Virgen debe ser grande, constante y siempre creciente.

Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Navarra. 1982. Con la autorización de los autores.


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