
Había en Cafarnaún un centurión que tenía un criado enfermo y moribundo y le pidieron que lo curara.
Jesús dijo:
– Yo iré y le curaré. Pero el centurión le contestó:
– Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi criado quedará curado.
Jesús se maravilló ante aquella fe tan grande y le dijo:
– Ve y que sea como has creído.Y en aquel momento quedó curado el siervo del centurión.