Lección de La mujer adúltera

Jesús marchó al Monte de los Olivos. De mañana volvió de nuevo al Templo, y todo el pueblo venía a él; se sentó y se puso a enseñarles.

   Los escribas y los fariseos trajeron una mujer sorprendida en adulterio y poniéndola en medio le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés en la Ley nos mandó lapidar a éstas; ¿tú qué dices? Esto lo decían tentándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en la tierra.

   Pero como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

   – El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero. E inclinándose de nuevo, seguía escribiendo en la tierra. Al oírle, se iban marchando uno tras otro, comenzando por los más viejos, y quedó solo Jesús y la mujer, de pie, en medio. Jesús se incorporó y le dijo:

   Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?. Ella respondió:

   – Ninguno, Señor. Díjole Jesús:

   – Tampoco yo te condeno; vete y desde ahora no peques más. (Juan 8, 1-11)


Que cada uno mire a sí mismo, entre en su interior y póngase en presencia del tribunal de su corazón y de su conciencia, y se verá obligado a confesarse pecador.

(Pintura: Cristo y la adúltera. CRANACH, Elder, Lucas. Museo de Bellas Artes. Budapest)

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