En general, el hombre es el conquistador, el perseguidor y la mujer la conquistada, el premio. Ordinariamente a las chicas les encanta que los hombres lleven la iniciativa en el noviazgo y el hombre es quien ha de hacer el primer movimiento.
Si al chico le gusta una chica no debe perseguirla como un enamorado insatisfecho. Es mejor salir con naturalidad durante unos dos meses como buenos amigos e invitarla a cenar, a dar un paseo en bici o hacer otras actividades divertidas.
El hombre ha de ser un verdadero caballero con su doncella, saber cederle el sitio, dejarle pasar en la puerta, hacerle sonreír con un trato amable y tratarla con respeto. Pero el caballero ha de perseguir a la doncella no groseramente ni de modo machista, pero con decisión. Si la chica da señales de estar interesada es el momento de lanzarse y proponerle un noviazgo que termine en matrimonio.
Si se pretende alcanzar la Mujer Soñada, el chico ha de ser el Príncipe Azul, es decir, un caballero bien formado humanamente y espiritualmente. Ha de ser decidido y amable, seguro de si mismo y humilde, que conoce sus limitaciones. Ha de tener en alta estima a las mujeres y respetarlas con amabilidad. Ha de buscar un buen trabajo y aprovechar todos los talentos que Dios le ha dado, como la inteligencia, la voluntad, las habilidades y la salud.