
Así como el enamoramiento nació de la admiración hacia la persona, la recuperación del amor deteriorado por la rutina requiere volver a buscar los aspectos positivos del otro y lograr una nueva admiración.
Cuando se le dice al otro cónyuge piropos y cosas positivas, no solo consigue un renacimiento del amor, sino que le motiva a ser mejor. La admiración sirve de realimentación del desarrollo personal el otros.
Decía una esposa: «Nuestro amor se mantiene vivo porque nunca hemos dejado de mirarnos, admirarnos y, sobre todo, valorarnos como personas, como esposos, como padres. He aprendido de mi esposo a mirarnos con ternura y a decirnos las cosas que admiramos el uno al otro. Por ejemplo, ¡estás bien guapo!, ¡me encantas!» (Gerardo Castillo. La camisa del casado feliz. Amat Editorial, página 144)
La mutua admiración requiere vivir con los ojos limpios y abiertos a la novedad y sorpresa de cada día. Así se perciben los pequeños descubrimientos que ayudan a profundizar en la vida de los seres queridos y en la propia vida.
(Pintura: Los gemelos Clara y Alberto de Bray. BRAY, Salomón de. Colección privada)