Una vez que hay una célula viviente, cuando se reproduce, puede tener algún cambio, algún pequeño error en la reproducción. Y esto da lugar a una variedad cada vez mayor de seres vivientes, que es lo que llamamos la evolución. Esta evolución puede deberse a factores ambientales, rayos cósmicos que llegan del cielo, temperatura o agentes químicos. No sabemos predecir que va a ocurrir, ni por qué, en cada caso.
Pero a lo largo de mil millones de años esta evolución va dando diversas formas de microbios y llega un momento en que hay un microbio que tuvo una variante muy curiosa: una variante que le permitía utilizar la luz del Sol para combinar agua y anhídrido carbónico. Había mucho anhídrido carbónico en la atmósfera y dentro del agua del mar. Los microbios que vivían en esa superficie del agua, recibían luz del Sol y con la energía del Sol podían unir agua y anhídrido carbónico y así se produce, por ejemplo, azúcares, y se producen almidón y celulosa. Y en este proceso se desprende oxígeno.
Esto ocurrió durante otros mil millones de años y hubo cantidades enormes de estos microbios que eran como algas unicelulares, que estaban produciendo oxígeno. Y el oxígeno iba aumentando en al atmósfera. Seguía siendo un veneno, pero había ya una cantidad importante de oxígeno. Hace unos dos mil millones de años probablemente había ya casi tanto oxígeno en la atmósfera como hay ahora.
Pasaron otros cuantos cientos millones de años, no sabemos exactamente cuántos y hubo otra mutación, que permitió a algún microbio utilizar el oxígeno como una fuente de energía. En lugar de ser un veneno se convirtió en un alimento y en una fuente de energía. Y, cuando el oxígeno produce reacciones que dan energía, dan mucha más energía que las reacciones sin oxígeno. Entonces la vida empieza a proliferar: ahora ya se pueden encontrar grupos de células que se unen para dar lugar a algo de mayor tamaño y cooperar de alguna manera.
Probablemente se puede decir que se produjo esto hace un poco más de 600 millones de años. Si alguien estuviese observando el agua de las charcas en el litoral del océano, podría haber encontrado ya algún animalito visible a simple vista. Eran animalitos que podríamos comparar a un gusano marino o poco más. No tenían esqueleto y las funciones eran, desde nuestro punto de vista, muy elementales pues apenas tenían órganos distintos. Pero ya da lugar cosas tan interesantes como las medusas y los pólipos. Son animales que todavía existen hoy. Apenas tienen órganos, no tienen ojos, no tienen cerebro y no tienen esqueleto. Ah, pero sobrevivieron perfectamente.
Muchas veces se dice que la evolución consiste en que las formas más antiguas, que son más primitivas, van desapareciendo y quedan las que ya son más modernas. No es verdad. Todavía la mayor parte de la vida en la Tierra es microbiana con mucho. Cada uno de nosotros lleva simplemente en el aparato digestivo más microbios que seres humanos hay en toda la Tierra. De modo que los microbios, por muy primitivos que sean, sobreviven perfectamente. Y sobreviven las medusas, los pólipos y los gusanos, sin esqueleto y sin mucho más.