Lección de La profetisa Ana

Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad muy avanzada, había vivido con su marido siete años de casada, y había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años, sin apartarse del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día. Y llegando en aquel mismo momento alababa a Dios, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.


Quien, como Simeón y Ana, persevera en la piedad y en el servicio a Dios, por muy poca valía que parezca tener su vida a los ojos de los hombres, se convierte en instrumento apto del Espíritu Santo para dar a conocer a Cristo a los demás. En sus planes redentores, Dios de vale de estas almas sencillas para conceder muchos bienes a la humanidad. (Lucas 2, 36-38)

(Pintura: Presentación en el Templo. VOUET, Simón. Museo de Louvre. París)

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