Llamamos Reforma a un movimiento que rompió la unidad religiosa de la civilización occidental. Sus seguidores se llamaron protestantes.
Ya a fines de la Edad Media se sentía la necesidad de organizar la Iglesia para cortar los abusos que se registraban. La difusión de la Reforma en Alemania fue favorecida por el espíritu de rapiña de los príncipes alemanes. Los eclesiásticos eran dueños de un tercio del suelo alemán y que al adoptar el protestantismo, dichos territorios se secularizaban y pasaban a manos de los príncipes. La Reforma fue una forma de enriquecerse apoderándose de los bienes del clero.
El propulsor de la Reforma fue Martín Lutero, un fraile agustino del convento de Witemberg. Estaba preocupado por el problema de la salvación eterna; creía que el hombre no podía salvarse por sí mismo y sostuvo que el hombre se salva por la fe, independientemente de su conducta y sus obras. (Ver el gráfico de Martín Lutero).
En Alemania se predicó la bula de las indulgencias para pagar los gastos de la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Lutero escribió noventa y cinco tesis en contra de las indulgencias y otras cuestiones y encontró el apoyo de los príncipes alemanes. El Papa León X (1520) lo excomulgó.
La doctrina protestante
Se puede resumir en estos puntos:
– El hombre se salva por la fe, sin tener en cuenta las obras. Decía: Peca pero cree en Dios. Esto es contrario a la doctrina católica que exige la fe y las buenas obras.
– Todo el mundo puede interpretar la Biblia a su gusto. Esto ha dividido mucho a los protestantes.
– Supresión de los votos monásticos y del celibato del clero.
– Desconocimiento de la autoridad del Papa.
– Negación del culto de los santos y de la virginidad de María.
– Negación del valor de los sacramentos. Sólo conservan el bautismo y la Eucaristía como recuerdo de la última cena.