
En Betania vivían Marta y María, que tenían un hermano llamado Lázaro que estaba muy enfermo. Las dos hermanas mandaron un aviso a Jesús para que viniera. El Maestro tardó varios días en llegar a casa de Betania y cuando Marta le vio le dijo:
– Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Le dijo Jesús:
– Tu hermano resucitará.
– Ya sé que resucitará en el último día.
– Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí no morirá eternamente. Luego llegaron a la tumba de Lázaro y dijo Jesús:
– ¡Lázaro, sal afuera! y al instante salió el muerto, envuelto en un sudario. Muchos de los testigos de este milagro creyeron en él y le reconocieron como el Mesías enviado por Dios al mundo.