
Después de morir Jesús en la cruz, los discípulos lo pusieron en un sepulcro y lo cerraron con una gran piedra.
El domingo por la mañana, María Magdalena y otras mujeres fueron con perfumes al sepulcro y encontraron la puerta abierta. El sepulcro estaba vacío y un ángel les dijo: «No tengáis miedo; buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí.» (Mc 16,6). Su cuerpo y su alma se unieron de nuevo.
Jesús se apareció a varias personas: a María Magdalena, a las santas mujeres, a Pedro, a los Apóstoles, a los discípulos de Emaús y la primera su Madre, la Virgen. Con su poder había vencido a la muerte porque es Dios.
La resurrección de Cristo es fundamento de la religión cristiana; es el argumento principal de su divinidad y de la verdad de nuestra fe.