
Durante diez días los apóstoles estuvieron en el Cenáculo con María para orar.
En la mañana de Pentecostés, es decir, cincuenta días después de la resurrección, oyeron un rumor parecido al de un viento impetuoso. Y aparecieron lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos. Los apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en varias lenguas. Cuando salieron de allí, predicaron a la multitud.
E Jerusalén había muchos forasteros para celebrar la Pascua: partos, medos, elamitas. romanos, árabes, cretenses, habitantes de Mesopotamia, de la Judea, de Capadocia, del Ponto y del Asia. Al oír hablar a los apóstoles, todos decían:
– ¿No son éstos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros les oye hablar de Dios en su lengua nativa? Aquel día, Pedro bautizó a tres mil personas. Después, los apóstoles salieron a predicar por todo el mundo, en el nombre de Jesús.