Grecia no llegó a formar un estado unificado. Cada ciudad era una nación independiente. Sobresalieron Atenas y Esparta.
– Atenas estaba situada en la península Ática con un magnífico puerto: el Pireo. Esto ayudó a que los atenienses fueran navegantes y mercaderes.
Durante más de cien años Grecia estuvo gobernada por los arcontes, que eran magistrados pertenecientes a la nobleza y jefes supremos de la administración de la ciudad.
Los campesinos y pobres se sublevaron y encargaron a Solón que redactara un código de leyes (594 a. C.). En este código se prohibió que los deudores fueran vendidos como esclavos y se organizó el Consejo de los Cuatrocientos.
Después de otra revuelta el poder pasó a Clístenes, forjador de la democracia ateniense, por la que todos los habitantes, pobres o ricos, podían ocupar cualquier cargo público, ya que todos eran iguales ante la ley y tenían los mismos derechos.
– Esparta estaba situada en la región de Laconia. El ciudadano espartano era un soldado educado para la guerra. Las leyes de Licurgo iban orientadas a forjar guerreros que murieran por Esparta y a las mujeres que fueran madres de soldados.
Al principio Esparta estuvo gobernada por dos reyes que eran jefes militares, políticos y religiosos de la ciudad. Después el poder pasó a los cinco éforos y al Consejo de Ancianos.