
I
Hay en mi alegre sierra
sobre las lomas,
unas casitas blancas
como palomas.
II
Le dan dulces esencias
los limoneros,
los verdes naranjales
y los romeros.
III
Allí, junto a las nubes,
la alondra trina;
allí tiende sus brazos
la cruz divina.
IV
La vista arrebatada
vuela en su anhelo
del llano a las ermitas,
de ellas al cielo.
V
Allí olvidan las almas
sus desengaños;
allí cantan y rezan
los ermitaños.
VI
El agua que allí se oculta
se precipita,
dicen los cordobeses
que está bendita.
VII
Prestan a aquellos nidos
los querubes,
guirnaldas las estrellas,
mantos las nubes.
VIII
¡Muy alta está la cumbre,
la cruz muy alta!
¡Para llegar al cielo
cuán poco falta!
A. F. Grilo.