Lección de Las parábolas del Reino

La razón de las parábolas

   Un día Jesús salió de su casa y se sentó a la orilla del mar y otra vez comenzó a enseñar. Y, como había llegado mucha gente, les habló de muchas cosas por parábolas y les dijo, por comparación: Salió un sembrador… (Luces 8, 4-5), y viene a continuación una serie de parábolas.
Se le acercaron los discípulos y le dijeron:
– ¿Por qué les hablas en parábolas? Jesús les respondió:
– Porque a vosotros os he dado a conocer el misterio del Reino de los Cielos, mas a aquellos que están fuera no les es dado. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo, no ven; y oyendo, no oyen ni entienden: porque el corazón de este pueblo se ha endurecido… (Matero 13, 10-17)


No pensemos que el no querer oír ni ver ni entender fue cosa exclusiva de aquellos hombres contemporáneos de Jesús; cada uno de nosotros también tiene sus durezas de oído, de corazón y de entendimiento ante la palabra de Dios, ante su gracia. Además no basta con saber la doctrina de la fe: es absolutamente necesario vivirla con todas sus exigencias morales y ascéticas.

Las parábolas del Reino

   Jesús predicó nueve parábolas, narradas todas en el evangelio de San Mateo. Se nombran por el protagonista o por el tema del argumento. Su nombre es: la del sembrador, la de la semilla, de la cizaña, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro escondido, la margarita, la vid y el padre de familias.

   Todas se refieren al Reino de Dios, es decir a la Iglesia, donde viven los discípulos de Cristo, y la gracia, que es el mismo Dios viviendo y reinando en las almas de los justos.

Dios llama a todos a la salvación, pero solo la alcanzarán los que reciben la llamada con buenas disposiciones y perseveran en ellas. (Pintura: Muerte de Juan Bautista. TIEPOLO, Giovanni Battista. Capella Coleoni. Bérgamo)

Parábola del sembrador

   Salió el sembrador a sembrar su simiente, y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y la comieron las aves del cielo. Y otra cayó sobre la piedra y, apenas nacida, se secó por falta de humedad. Y otra parte cayó entre espinas, y las espinas que nacían son ella la ahogaron. Y la otra cayó en tierra buena y nació y dio fruto. Y al decir esto, gritaba:

   – Quien tenga oídos, que oiga. (Lucas 8, 5-8; Mateo 13, 3-9.)

   Esta parábola es una de las pocas que el Salvador aplicó directamente, dando Él la explicación. Dijo Jesús:

   – Éste es el significado de la parábola: La simiente es la palabra de Dios. Los granos de junto al camino son los que oyen, mas luego el diablo les quita del corazón la palabra, no sea que, creyendo, se salven. Los de sobre la piedra, son los que, al oír, reciben  al punto la palabra; pero al no tener raíces crecen por algún tiempo, y al llegar la tentación mueren.

Y la que cayó entre las espinas son los que oyeron la palabra, pero como andan entre afanes, riquezas y placeres de la vida, se ahoga y no fructifica. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que, oyendo la palabra con corazón bueno y perfecto, la retienen, y, perseverando, dan fruto. (Lucas 8, 11-15; Mateo 13, 18-23.)
Dios concede la gracia y el hombre corresponde a ella libremente. De este modo ocurre que hay quienes al corresponder con generosidad reciben nueva gracia, llegando así a abundar cada día más en gracia y santidad.

(Pintura: El descanso en la huida a Egipto. DAVID, Gerard. Galería Nacional de Arte. Washington)


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