Cuenta el evangelio que se acercó a Jesús un joven y le preguntó: «Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para alcanzar la vida eterna?«. El Señor le respondió: «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mateo 19,17). De esta forma tan clara le indicó -y señala a todos- cuál es el camino para ir al cielo.
Efectivamente, el cumplimiento de los mandamientos es el camino para salvarse. El que los cumple, se salva; el que no, se condena. Dios reveló a Moisés los diez mandamientos en el monte Sinaí, quedando grabados en dos tablas de piedra para que su pueblo nunca los olvidase. Jesucristo perfeccionó la ley y encomendó a la Iglesia que la guardara y enseñase a todos los hombres. El seguimiento de Jesucristo implica cumplir los mandamientos.