
Los Diez Mandamientos
En el evangelio leemos que un joven rico se le acercó a Jesús y le preguntó: «Maestro ¿qué cosas buenas debo hacer para alcanzar la vida eterna? Él les contestó: Si quieres entrar en la Vida guarda los mandamientos.» (Mt 19, 16-17) De esta forma nos enseña Jesús el camino para ir al cielo. El que cumple los mandamientos y hace su voluntad se salva; el que no, se condena.
Dios reveló a Moisés los diez mandamientos en el monte Sinaí, quedando grabados en dos tablas de piedra para que su nombre nunca se olvidase. Son éstos:
1º. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2º. No tomarán el nombre de Dios en vano.
3º. Santificarás las fiestas.
4º. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5º. No matarás.
6º. No cometerás actos impuros.
7º. No hurtarás o robarás.
8º. No dirás falso testimonio ni mentirás.
9º. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10º. No codiciarás los bienes ajenos.
Estos diez mandamientos se encierran en dos: Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo.
El mandamiento nuevo
Jesús nos enseñó: «Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor entre vosotros.» (Jn 13, 34-35). Hemos de amarnos como nos amó Jesús, que entregó su vida en la cruz por la redención de todos. Hemos de amarnos con obras y de verdad.
El resumen de toda la Ley de Dios es el amor: «Amarás al Seño tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. Es segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos pende toda la ley y los profetas.» (Mt 22, 37-40). Quien ama de verdad a Dios ama también a sus iguales, porque verá en ellos a sus hermanos, hijos del mismo Padre y redimidos con la misma sangre de Cristo.
Hemos de cumplir los mandamientos de la Ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia.