Lección de Los ojos de huerfanito

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I

Más que sus pálidas carnes,

ateridas por el frío,

m causan honda amargura

los ojos del huerfanito.

II

Son unos ojos azules

luminosos y tranquilos,

con inquietud de luceros

y solemnidad de cirios;

III

ojos llenos de sonrisas

y llenos de regocijo,

como hechos para las cumbres

y no para los abismos;

IV

para ser aurora, no

crepúsculos vespertinos.

Menos los ojos, todo es

muy triste en el pobre niño,

tristes son las manos blancas,

sus blancas manos de lino,

que no acariciaron nunca

con sus rosados deditos

el misterio de un juguete

ni las páginas de un libro;

V

tristes sus labios, que nunca

gustaron agradecidos,

ni besos como los hombres

ni dulces como los niño;

y su frente donde nadie

puso ternuras y mimos,

y su corazón, que dentro

de su pecho es como un nido

donde jamás gorgojeara

el ruiseñor del cariño.

VI

¿Por qué, pues, si todo es triste

en el pobre huerfanito,

sus grandes ojos azules

luminosos y tranquilos

están llenos de sonrisas

y llenos de regocijo?

¡Ay, cuánta pena me causan

los ojos del huerfanito!

Marciano Zurita.

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