
Los presbíteros o sacerdotes de segundo grado son los ministros de Cristo que, bajo la autoridad del obispo, cooperan con él en la predicación del Evangelio, en la santificación de los fieles y en la dirección del pueblo cristiano en orden a la salvación, sobre todo mediante los sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía.
Los diáconos han recibido el grado inferior del sacramento del Orden, pero no son sacerdotes ni pueden ejercer las funciones específicamente sacerdotales; se ordenan para el servicio del pueblo de Dios en unión con el obispo y su presbiterio, en el ministerio de la liturgia, de la predicación y de la caridad.
Los laicos o seglares
La porción más numerosa del pueblo de Dios la forman los laicos o seglares. Los laicos son los fieles cristianos -excepto clérigos y religiosos- que, incorporados a Cristo por el bautismo, forman el pueblo de Dios y participan a su modo de la función sacerdotal, profética y regia de Cristo, ejerciendo en la Iglesia y en el mundo -según su condición- la misión de todo el pueblo cristiano. Deben ser testigos de Cristo en todos los lugares donde vivan y están llamados a ser santos, como los demás miembros de la Iglesia.
Los religiosos
Los religiosos son los fieles que viven apartados del siglo para profesar los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia; con lo que proporcionan un admirable testimonio de que el mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las bienaventuranzas. De esta manera, contribuyen al bien de toda la Iglesia y a la realización de su misión salvadora.