En tiempos del rey Herodes llagaron unos Magos de Oriente a Jerusalén diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» (Mt 2, 2). La estrella iba delante de ellos hasta pararse sobre el sitio donde estaba el niño.
Entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y le adoraron. Le ofrecieron oro, incienso y mirra. Estos reyes que se conocen con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar regresaron a su país sin decir a Herodes dónde esta el niño.
Temiendo Herodes que Jesús le quitara la corona, mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y su comarca. Se llaman los Santos Inocentes. Pero la Virgen y San José salvaron al niño porque, avisados por un ángel, se trasladaron a Egipto.