Lección de Los sacramentos de la iniciación cristiana

Ya sabemos que los sacramentos de la iniciación cristiana son: el Bautismo, que es el inicio de la nueva vida en Cristo; la Confirmación, que da fortaleza y plenitud a esa vida, y la Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para unirnos a Él y transformarnos hasta identificarnos con Él.

Sentido del bautismo  

    Explica San Pablo que por el bautismo morimos al pecado y resucitamos a la vida nueva de la gracia (cfr. Romanos 6,3-11). Esta realidad se entiende más fácilmente cuando el sacramento se administra por inmersión, que es entrar y salir del agua significando la muerte y resurrección del Señor.

   

En efecto, todos nacemos con el pecado heredado de los primeros padres, y en consecuencia privados de la gracia; pero Cristo nos libró con su muerte y resurrección. Su muerte nos limpia del pecado y nos hace morir al pecado; su resurrección nos hace renacer y vivir la vida nueva de Cristo. El bautismo es el sacramento que aplica a cada bautizado los frutos de la Redención, para que muramos al pecado y resucitemos a la vida sobrenatural de la gracia.

Qué es el bautismo

   Cuando Cristo envió a sus Apóstoles por todo el mundo, les dijo: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28,19). «El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, se condenará» (Marcos 16,16).

    El bautismo es el sacramento instituido por Jesucristo, que nos hace discípulos suyos y nos regenera a la vida de la gracia, mediante la ablución con agua natural y la invocación de las tres Personas divinas. El bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.

    La materia de este sacramento es la ablución (acción de lavar o lavarse) con agua natural, y la forma la componen las palabras: «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Efectos del bautismo

   a) Borra el pecado original. El bautismo perdona y destruye el pecado original con el que todos nacemos; cuando el que se bautiza es adulto, borra también los pecados personales así como la pena por ellos debida, y si el recién bautizado muriese, iría directamente al cielo.

    b) Infunde la gracia santificante. Por el sacramento del bautismo Dios infunde en el alma la gracia santificante -que es una participación de la naturaleza divina-, junto con las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Con estos dones el alma se hace dócil y pronta a los impulsos del Espíritu Santo. Por la gracia, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo establecen su morada en el alma, que es templo del Espíritu Santo.

    c) Confiere carácter sacramental. El otro efecto del bautismo es el carácter, cierta señal espiritual e indeleble, que explica que este sacramento sólo se pueda recibir una vez. El carácter bautismal configura a Cristo, da una participación de su sacerdocio, capacita para continuar en el mundo su misión como fieles discípulos suyos, y nos distingue de los infieles (que no profesan la fe verdadera).

    d) Incorpora a Jesucristo. Tanto la gracia como el carácter son efectos sobrenaturales del Bautismo, que nos unen a Cristo como se unen los miembros con la cabeza. Cristo es nuestra Cabeza y el carácter nos vincula a Él para siempre, mientras que la gracia nos hace miembros vivos.

    e) Incorpora a la Iglesia. Por el bautismo nos convertimos en miembros de la Iglesia, con derecho a participar en la Sagrada Eucaristía y a recibir los demás sacramentos; sin estar bautizado no se puede recibir ningún otro sacramento. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, y el bautismo nos incorpora a Cristo, que es la Cabeza, y a su Cuerpo, que es la Iglesia.

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