Lección de Maldición de la higuera

Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Al ver de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó por si encontraba algo en ella, y cuando llegó no encontró más que hojas, pues no era tiempo de higos. E increpándola, dijo:

   – Nunca jamás coma nadie de ti. Y sus discípulos lo estaban escuchando.

   Por la mañana, al pasar, vieron que la higuera se había secado de raíz. Y acordándose Pedro, le dijo:

   – Rabbi, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Jesús les contestó:

   – Tened fe en Dios. En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: arráncate y échate al mar, sin dudar en su corazón, sino creyendo que se hará lo que dice, le será concedido. Por tanto digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo recibisteis y se os concederá. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad si tenéis algo contra alguno, a fin de que también vuestro Padre que está en los Cielos os perdone vuestros pecados. (Marcos 11, 12-14, 20-25)


«Hemos de trabajar mucho en la tierra; y hemos de trabajar bien, porque esa tarea ordinaria es lo que debemos santificar. Pero no nos olvidemos nunca de realizarla por Dios. Si la hiciéramos por nosotros mismos, por orgullo, produciríamos solo hojarasca: ni Dios ni los hombres lograrían, en árbol tan frondoso, un poco de dulzura» (Amigos de Dios, n.202).

(Pintura: La Purificación del Templo. EL GRECO, D. Teothocopulos. Galería Nacional. Londres).

Volver a: Discusión con los judíos