Lección de María es verdadera Madre de Dios

Todos tenemos una madre, y es de verdad madre nuestra porque nos engendró y dio a luz. María engendró el cuerpo de Jesús, en el que Dios infundió el alma; y en ese mismo instante, a ese cuerpo y alma se unió la Segunda Persona de la Santísima Trinidad: el Verbo. De esta forma el Hijo de Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios.

María llevó durante nueve meses en su seno a Jesucristo, con su cuerpo, su alma y su Divinidad, después de los cuales nació en Belén. Por eso es verdadera Madre de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Es verdaderamente la Madre de Dios.

Principales dogmas y privilegios marianos

    El don más grande que Dios concedió a María Santísima es el de ser su Madre. Y, por ser su madre, la llenó de gracia y de extraordinarios privilegios. Queremos conocer muy bien a la Virgen y por eso conviene saber lo que Dios ha hecho en Ella:

    a) La Inmaculada Concepción. Esta prerrogativa significa directamente que la Virgen no tuvo pecado original; desde el mismo instante de su concepción y en atención a los méritos de su Hijo Jesucristo, Dios la preservó inmune (libre) de la culpa original. Pero supone al mismo tiempo que Dios la dotó de santidad enteramente singular, como lo expresó el arcángel San Gabriel al saludarla en el momento de la anunciación: «Dios te salve, llena de gracia» (Lucas 1,28).

    b) Fue siempre virgen. Es también dogma de la fe católica que María fue siempre virgen: antes de engendrar a Cristo, en el nacimiento y después de nacer. Por eso llamamos a María «La Virgen».

    c) La Asunción. María está en cuerpo y alma en el cielo. Otro gran privilegio de María es que, después de terminar el curso de esta vida, fue llevada en cuerpo y alma al cielo.

    d) Otros privilegios de la Virgen. María es también Corredentora, pues fue asociada por Cristo a la redención del género humano. Es la Reina y Señora de todo lo creado, como decimos  en el 5º misterio del Santo Rosario. Es Madre de la Iglesia y Medianera de todas las gracias. Y, sobre todo, para nosotros es nuestra Madre.

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