
Como Isabel estaba embarazada, la virgen María fue a ayudarle. Cuando entró en casa de Zacarías, su prima Isabel se llenó de alegría y dijo: Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. María respondió: Alabo al Señor que por mí ha hecho maravillas.
María se quedó ayudando a Isabel durante tres meses hasta que ésta tuvo a un niño que le llamaron Juan. En aquel momento Zacarías recobró el habla y María volvió a su casa de Nazaret.