Lección de Marta y María acogen a Jesús

Cuando iban de camino entró en cierta aldea, y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada  María que, sentada también a los pies del Señor, escuchaba sus palabra. Pero Marta andaba afanada con los múltiples quehaceres de la casa y poniéndose delante dijo:

   – Señor, ¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude. Pero el Señor le respondió:

   – Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad una sola cosa es necesaria. Así, pues, María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada.


Marta ha venido a ser como el símbolo de la vida activa, mientras que Marta lo es de la vida contemplativa. Sin embargo, para la mayoría de los cristianos, llamados a santificarse en medio del mundo, no se pueden considerar como dos modos contrapuestos de vivir el cristianismo: una vida activa que se olvide de la unión con Dios es algo inútil y estéril; pero una supuesta vida de oración que prescinda de la preocupación apostólica y de la santificación de las realidades ordinarias tampoco puede agradar a Dios. La clave está, pues, en saber unir esas dos vidas, sin perjuicio ni de una ni de otra.

(Pintura: Cristo en casa de Marta y María. VELÁZQUEZ, Diego Rodríguez de Silva y. Galería Nacional. Londres)

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