
1. Multiplicación de los panes
Jesús estaba predicando a muchas personas y llegó la noche. Dijo a sus discípulos:
– ¿Dónde podemos encontrar pan para que coman todos? Uno de ellos le dijo:
– Hay un joven que tiene cinco panes y dos peces. Pero con esto no tenemos ni para empezar. Jesús dijo a la gente:
– Sentaos en el suelo. Había unos cinco mil hombres, sin contar mujeres ni niños.
Entonces Jesús cogió los cinco panes y los dos peces, y después de rezar, los bendijo y los dio a sus discípulos para que los repartieran a todos. Comieron hasta quedar satisfechos. Jesús dijo a sus discípulos:
– Recoged los restos para que no se pierda nada. Recogieron los pedazos y llenaron con ellos doce cestas.
2. Jesús camina sobre las aguas
Jesús dijo a los discípulos que subieran a la barca para ir a la otra orilla. Despidió a la multitud y se puso a rezar.
El viento era muy fuerte y las olas sacudían la barca. Hacia el amanecer, Jesús se dirigió hacia sus discípulos caminando sobre las aguas.
– ¡Es un fantasma! dijeron los discípulos y se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo:
– Soy yo, no temáis. Pedro le dijo:
– Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas. Y dijo Jesús:
– Ven. Pedro bajó de la barca y caminó sobre las aguas para llegar hasta Jesús; pero al ver la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:
– ¡Señor, sálvame! Jesús extendió la mano y lo sostuvo. Dijo a Pedro:
– ¡Hombre de poca fe! ¿porqué dudaste? Subieron a la barca y el viento se calmó. Y los discípulos dijeron:
– ¡Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios!
3. ¿Quién dicen que soy yo?
Jesús preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que soy yo? Le respondieron:
– Unos dicen que eres Juan Bautista, otros Elías, o uno de los profetas. Y les preguntó Jesús:
– Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro respondió:
– Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús le dijo:
– Dichoso eres, Simón, hijo de Jonás, porque te lo ha dicho mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que té eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que tú hagas en la tierra, lo aprobaré yo en el cielo.
Y desde aquel momento Simón se llamó pedro.