El bautismo es absolutamente necesario para salvarse, como declaró el Señor a Nicodemo: «En verdad, en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos«. (Juan 3,5). Cuando no es posible recibir el sacramento del bautismo, se puede alcanzar la gracia para salvarse por el llamado bautismo de deseo -un acto de perfecto amor a Dios, o la contrición de los pecados con el voto explícito o implícito del sacramento- y por el bautismo de sangre o martirio, que es dar la vida por Cristo.

Puesto que nacen con naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, a los niños les es necesario también el bautismo. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de los niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios, si no se le administrase el bautismo poco después del nacimiento; así se entiende la necesidad a los niños cuanto antes. Es el mayor regalo que se les puede hacer, ya que desde ese momento son «para siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey» (Ritual del Bautismo).
En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Iglesia invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación.
Quiénes pueden administrar el bautismo
Normalmente, bautiza el párroco, u otro sacerdote o diácono con su permiso, pero en caso de necesidad puede hacerlo cualquiera. Dada la importancia y necesidad del bautismo, Dios ha dado todas las facilidades en la administración de este sacramento; y así, incluso un no bautizado, con tal de que tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia y lo realice correctamente, bautiza de verdad. La razón está en que siempre es Cristo quien bautiza, como observa San Agustín: «¿Bautiza Pedro? Cristo bautiza. ¿Bautiza Juan? Cristo bautiza. ¿Bautiza Judas? Cristo bautiza».
Modo de administrar el bautismo
Al administrar el sacramento se derrama agua natural sobre la cabeza diciendo, con intención de bautizar: «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». En la ceremonia del bautismo hay diversas partes, pero lo esencial es lo que hemos dicho: derramar el agua y, al mismo tiempo, pronunciar las palabras «Yo te bautizo…».
Obligaciones que impone el bautismo
Cuando el bautismo se administra a niños, responden por el neófito (persona recién convertida a una religión, pequeño) sus padres y padrino; pero el cristiano adulto -sabedor de los efectos del sacramento en el alma- debe responder por sí mismo y firmemente dispuesto a vivir como bautizado. Esa respuesta se puede concretar en hacer actos de fe expresa (recitando el Credo, por ejemplo), proponiendo guardar la ley de Jesucristo y de su Iglesia y renunciando para siempre al demonio y a sus obras, como se hace en la Vigilia Pascual al renovar las promesas del bautismo.