Para ayudarte está la sobriedad. ¿Seguimos?
Persona «sobria» es la que usa razonablemente sus cinco sentidos, su tiempo, su dinero, sus diversiones, etc., distinguiendo, con criterios rectos y verdaderos, lo que es uso razonable o abusivo.
Palabras a tener en cuenta:
– Uso razonable.
– Cinco sentidos.
– Dinero, tiempo, diversiones.
– Criterios rectos.
¡Felicidad! Palabra mágica. Todas las personas tienden a ir tras ella. Los que la han conseguido, la han encontrado dentro de sí mismos. Debe consistir en algo que está al alcance de todos, también de los enfermos, de los pobres, de los inválidos, de los menos inteligentes… De todos. Si no, sería una tendencia absurda de la naturaleza humana. ¡Está al alcance de todos! Lo que ocurre es que la mayoría la busca por caminos equivocados. La droga es una de las locuras por la felicidad. El disfrute irracional del sexo se acerca también a esta locura.
Digo todo esto, porque la sobriedad nos pone en el camino de conseguirla, aunque parezca todo lo contrario.
Los cinco sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto, junto con el dinero, las diversiones, las cosas, etc. brindan placeres que pueden fascinar. De hecho, fascinan a muchas personas. No es que sea malo gozar, divertirse, comer, beber, gastar dinero, etc. Es bueno, haciéndolo en el justo medio entre lo recto y lo incorrecto. Es bueno, si todo esto se usa razonablemente.
La palabra clave en el concepto de sobriedad es racionalidad, razonable. La moderación en el uso de los placeres viene dictada por la razón, con criterios rectos y verdaderos.
Estos criterios deben tener en cuenta la finalidad de los sentidos, del dinero, del placer, etc. El para qué son y para qué están puestos en el hombre. No están para producir una satisfacción por el mero hecho de producirla, sino para facilitar, mediante el placer que conllevan, funciones, finalidades superiores. Un ejemplo. Comer es necesario para vivir, engendrar es necesario para la especie humana. El gusto por comer o del sexo está puesto para facilitar esas funciones necesarias.
Aplica este ejemplo a todo lo demás, y tendrás un criterio recto para su uso. Eliminar estos criterios es descartar los valores de la persona.
La persona sobria, pues, puede usar lo que le gusta, pero respetando siempre la finalidad de ese gusto. Lo contrario es abuso y acaba por convertir al hombre en esclavo de sus apetitos desordenados. ¡Un infeliz!