En la Biblia se encuentra un modelo de noviazgo que es apoyado por los psicólogos de la actualidad. El novio ha de hacer méritos para conseguir a la novia y ésta es el premio.
En la pareja de David y Micol, se sabe que Saúl ofreció a David la mano de Micol si mataba a cien filisteos. Cuando superó esta prueba reclamó la mano de la novia.
En el libro del Eclesiástico se lee: “no despidas a una mujer sensata, es más valiosa que los corales”, “una mujer es el tesoro más valioso de su marido”.
En Proverbios 12,4 se lee: “la mujer virtuosa es la corona del marido”.
En la Biblia la mujer es como un premio en el noviazgo y en el matrimonio, mientras el hombre está destinado a perseguir a la mujer. También en la mitología se repite que el hombre sale, derrota al dragón y consigue la mano de la hermosa doncella. El psicólogo americano Jung defendió la mitología para comprender el alma humana.
El papel de los hombres es amar a sus mujeres: “Maridos, amad a vuestras esposas y no seáis ásperos con ellas” (Col. 3,19)