
Es semejante el Reino de los Cielos a un tesoro escondido en el campo, que cuando lo halla un hombre, lo esconde. Luego va, y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
También es semejan te a un hombre negociante que busca buenas perlas, y habiendo hallado una de gran valor, fue y vendió cuanto tenía y la compró.