
Estando en el Huerto de Getsemaní llegó Judas con mucha gente armada de espadas y bastones. El traidor Judas les había dicho:
– A quien yo bese, Él es. Cuando llegó se acercó a Jesús y dijo:
– ¡Salud Maestro! Y lo besó. Jesús respondió:
– Judas, ¿con un beso me traicionas y entregas? Entonces los guardias lo cogieron y arrestaron. Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó y cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús le dijo:
– Pedro, vuelve a meter la espada en la vaina, porque todos los que se sirvan de la espada, por la espada morirán. Tomó la oreja del siervo y la sanó; Luego, vuelto hacia la multitud, dijo:
– Habéis venido a prenderme con espadas y bastones como si fuese un ladrón. Y, sin embargo, todos los días estaba en el Templo entre vosotros y no me habéis arrestado. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpliesen las profecías.
Entonces los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.