Algunos jóvenes no conocen el verdadero amor porque sólo lo han vivido por el aspecto unilateral del placer, de pasarlo bien sexualmente. Se dejan arrastrar por la frivolidad, que es uno de los peores males de esta civilización.
La juventud es el tiempo de perfilar un porvenir realizable, que recoja todo lo noble y legítimo que está en su interior. Pero ese ideal sólo se hará realidad si se prepara con seriedad y reflexión de personas maduras.
Para muchos jóvenes el amor ilumina la alegría de conocer y comprometerse con su pareja para vivir juntos para siempre, una felicidad que parece llamada a crecer día tras día.
Pero desgraciadamente muchos jóvenes terminan fracasando en el amor del noviazgo y más tarde en el matrimonio. ¿Por qué no han llegado a su ideal amoroso?
Una causa es que se ha elogiado en exceso el amor y se piensa que este sentimiento lo resolverá todo y para siempre. Esto es un error pues el amor, como la planta delicada, hay que cuidarlo y regarlo con esfuerzo.