Lección de Quinto mandamiento: no matarás

En el Génesis hay un episodio muy triste y doloroso: la historia de Caín y Abel. Ambos hermanos ofrecían sacrificios, pero Caín ofrecía lo peor, cuando Abel ofrecía a Dios los mejores corderos del rebaño. Por eso el humo del sacrificio de Caín no subía al cielo, mientras que el de Abel era agradable a Dios y subía derecho hacia el cielo. Caín sintió envidia de su hermano, le invitó a pasear por el campo y con una quijada de asno lo mató.

    Dios le echó en cara su delito y maldijo a Caín por haber derramado la sangre de un hombre inocente. La sangre inocente grita venganza ante Dios y Caín anduvo errante durante el resto de su vida, lleno de remordimientos.

    El quinto mandamiento no solo ordena «no matar»; también prohíbe las riñas, golpes, envidias, etc., y sobre todo manda el respeto y cuidado exquisito de la vida humana, que es don de Dios.

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