Primera parte
Una buena decisión sería salir dos o tres veces por semana, incluso sin llamarse. Puede ser suficiente salir una noche por semana para hacer alguna visita a la familia o ir a hacer algún deporte.
Entre muchas parejas se produce un exceso de salidas, llegando hasta cinco o seis veces por semana. Se puede producir un cierto agobio por falta de tiempo, porque todos tienen un trabajo, una familia, la atención a los amigos y otras obligaciones. Si las salidas son excesivas se tiene que prescindir de algunas de esas obligaciones, impidiendo conservar la propia vida.
En alguna ocasión el novio puede llegar a sentirse cansado, sobre todo si sale seis veces por semana y los trayectos son de una hora y media, porque vive en otra población o por los atascos de las grandes ciudades. En estos casos la solución es reducir la frecuencia a dos o tres salidas por semana.
Segunda parte
El tener dominio sobre las salidas es una manifestación del dominio sobre si mismo. Los animales siguen ciegamente su instinto y buscan el placer en el apareamiento, sin tener libertad para hacer otra cosa. Pero el hombre va al amor con su alma y pone en marcha su inteligencia y su voluntad para ponerlo todo al servicio del amor. Es capaz de prescindir o limitar el puro placer por un amor más limpio y duradero. El hombre puede dominar sus instintos para que le obedezcan. Al decir de una persona que “no es dueño de si mismo” se añade siempre: “ése no es un hombre”.
El animal se aparea con la hembra que encuentra y no tiene preferencia de una sobre otra; todas le dan el mismo resultado. Después de hacer el acto sexual abandona generalmente a su hembra y ya no la reconoce siquiera. Por eso entre los animales no se habla de fidelidad ni de los sentimientos de paternidad. No saben lo que es el bien ni el mal: no tienen razón.
Tercera parte
El hombre por el contrario, enriquece su amor. Mezcla en él los sentimientos más nobles e íntimos, las promesas y la fidelidad para toda la vida. El hombre busca proteger su amor, haciendo planes para el matrimonio. Se preocupa de la felicidad de su mujer y encuentra grandes satisfacciones en la educación de sus hijos. Cuando falta a su deber sabe que hace mal.
El amor del hombre y el de la bestia sólo se parecen en una cosa: en el acto sexual. Pero el animal desconoce completamente lo que es el amor. Por el contrario, el hombre conoce las alegrías puras y profundas del amor, porque es inteligente y libre. Es bueno sentirse satisfecho de ser hombre y conducirse como tal.