Lección de Tengo ilusiones, tengo objetivos 3

Pero el hombre ha de educar su voluntad para que se compenetre con la voluntad de Dios. Altísima escuela de carácter, la más sublime que pueda haber, es laque nos hace exclamar con sentimiento sincero: «Señor, no se haga mi voluntad, sino la tuya» (San Lucas, XXII, 42). Hemos logrado la más valiosa autoeducación, si tras nuestras acciones, nuestras palabras, nuestros pensamientos, formulamos la pregunta: «Señor, ¿ha sido de vera Tu voluntad lo que he hecho, lo que he dicho? ¿También lo querías Tú de esta manera?

   Y esta educación de carácter has de empezarla ya ahora. En la edad madura sería tarde. El carácter no se forma en el vaivén de la vida. Al contrario, quien llega sin carácter firme al ajetreo del mundo pierde hasta lo poso que haya podido tener.

Texto de Monseñor Dr. Tihamér Tóth. El joven de carácter. Sociedad de Educación «Atenas», S.A.

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