Es segundo modo de ejercitar la voluntad es la perseverancia, la constancia, la paciencia. Uno de los más renombrados psicólogos americanos, James, aconsejaba a los jóvenes que hagan cada día algo en contra de sus inclinaciones para afirmar el dominio sobre sí mismo.
En un juego alemán, ¿sabes qué hicieron al oír esto los muchachos? Se fueron al jardín y masticaron caracoles vivos, porque esto sí que era «contra sus inclinaciones». ¡Brrr!… Exageración pueril; pero no dejaba de ser un pasmoso espíritu de sacrificio para conseguir una voluntad fuerte.
No sigas este ejemplo. La vida diaria de los estudiantes también está llena de pequeñeces en que puedes ejercitar la paciencia heroica. Tienes que soportar con calma el dolor, el sufrimiento.
Debes aprender con sosiego, sin dar lugar a excitaciones ni enfados.
Es preciso que hables con paciencia en casa y que no discutas; no has de hacer muecas ni ponerte de mal humor. Sean las que sean las cosas que te exciten, te atormenten, te hagan enfadar, no has de saltar ni dar cauce libre a tu ira, sino que has de esperar un poco y, mientras tanto, tranquilízate con argumentos racionales.
No hagas nada de que tengas que arrepentirte a los cinco minutos. ¡Qué regla más importante es ésta para los muchachos impetuosos!
Y no apunto tan sólo a la paciencia pasiva, al sufrir sin chistar, sino aún más a la paciencia activa, a la perseverancia.