
Jesucristo -verdadero y supremo sacerdote de la Nueva Alianza- nos reconcilió con Dios por medio del sacrificio de la cruz, siendo sacerdote y víctima. Pero, habiendo de continuar el sacrificio, el Señor quiso comunicar a la Iglesia una participación de su sacerdocio, que se alcanza mediante el sacramento del Orden.
Esta participación singular se conoce como sacerdocio ministerial, que capacita para actuar en la persona de Cristo, Cabeza de la Iglesia: los obispos y presbíteros.
Pero hay que decir que la Iglesia entera, fundada por Cristo, es un pueblo sacerdotal, de modo que -por el bautismo- todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta otra participación se llama sacerdocio común de los fieles.
El sacerdocio común y el ministerial son esencialmente diversos
El sacerdocio ministerial difiere esencialmente, y no solo en grado, del sacerdocio común de los fieles, porque confiere un poder sagrado para el servicio de sus hermanos. Los que han recibido el sacramento del Orden son ministros de Cristo, instrumentos de los que se sirve para continuar en el mundo su obra de salvación. Y la llevan a cabo por medio de la enseñanza, el culto divino y el gobierno pastoral.
La institución del sacramento del Orden
Cristo escogió a sus Apóstoles y en la última Cena instituyó el sacerdocio de la Nueva Alianza. A los Apóstoles y a sus sucesores en el sacerdocio les mandó que renovasen en la Misa el sacrificio de la cruz; y con estas palabras: «Haced esto en memoria mía» (Lucas 22,19), los instituyó sacerdotes del Nuevo Testamento. El día de la Resurrección les confirió también el poder de perdonar o retener los pecados, otorgándoles el poder que Él tenía.
Como los Apóstoles sabían que el sacerdocio debía continuar en la Iglesia cuando ellos murieran, después de evangelizar una ciudad y antes de dejarla, imponían las manos a otros comunicándoles el sacerdocio (cfr. 2 Timoteo 1,6; Hechos 14,23).
Los tres grados del sacramento del Orden
El sacramento del Orden consta de tres grados subordinados uno a otro. El episcopado y el presbiterado son diversas formas de participación ministerial en el sacerdocio de Cristo; el diaconado, en cambio, está destinado a ayudarles y servirles. Por eso, el término sacerdote designa a los obispos y sacerdotes, pero no a los diáconos. Sin embargo, los tres grados son conferidos por el sacramento del Orden.
Normalmente, cuando se habla de sacerdotes se entiende que se habla de los presbíteros, y en los números que siguen nos referiremos a ellos, aunque hay cosas que pueden aplicarse también a los obispos y diáconos.