Actualmente muchos jóvenes tratan de retrasar el matrimonio y las causas son diversas: unos lo hacen Por no tener un trabajo estable; otros por no disponer de una vivienda adecuada; algunos han perdido el sentido del compromiso personal y la capacidad de entrega a la otra persona; otros no creen en el amor romántico y se han decidido por el amor utilitarista y por fin otros no están dispuestos a contraer nuevas responsabilidades y a complicarse la vida.
Esto ha llevado a que renuncien a casarse y forman «uniones de hecho» con relaciones sexuales pero sin matrimonio. La nota que les distingue es la inestabilidad, ya que pueden interrumpir la convivencia en cualquier momento. En algunos casos pueden tener intención de casarse en el futuro y consideran esta etapa como de «preparación y prueba».
Pesimismo
Junto a las causas anteriores existe otra muy importante: el pesimismo y la desconfianza en encontrar un matrimonio feliz. Tienen miedo a que el amor no dure, a que se termine en un divorcio o separación.
La información que llega de la televisión y las revistas del corazón se refieren a ruptura matrimonial de personajes famosos y a la estadística de separaciones. En el año 2001 las rupturas entre cónyuges de menos de 25 años representaban el 40% de las separaciones anuales y en la mayoría de los casos se decidía en el primer año de convivencia.
A pesar de todo, el modelo de un amor feliz y duradero en el matrimonio sigue siendo deseable.
Millares de matrimonios felices
Los medios de comunicación destacan las noticias negativas pero tienden a olvidar las normales y positivas. Hay miles de matrimonios felices que nadie habla de ellos y millones de parejas en el mundo que se ofrecen actos de amor, de cariño y de afecto. Ya es hora de que estos hechos se conviertan en buena noticia porque lo necesita la sociedad y sobretodo las nuevas generaciones.
Existen muchos matrimonios felices y esto ha de infundir optimismo en muchas personas. Pero el matrimonio ha de fundarse en bases sólidas: el olvido de sí mismo para hacer feliz al otro, renunciar a muchos gustos personales, y el esfuerzo diario a no acostumbrase a vivir con el otro, manteniendo la vibración amorosa del primer día.