Lección de Una joven empleada 3

Durante las semanas siguientes comenzó a hacerme comprender que ya no le interesaba, y que tenía que cambiar la cosa o de lo contrario me dejaría, y eso hasta el día en que, cansada y deprimida por sus amenazas de abandono, acepté a seguirle a casa de una pretendida amiga de su familia. Trató con ella por la suma de 3.000 pesetas. La mujer mató al niño que tenía ya tres meses con una aguja de hacer calceta, pero la desgracia quiso que al atravesar al niño, aquella horrible mujer –que ahora está en la cárcel- me perforara la matriz. Cuatro días después vino el hospital, la infección, la operación para extraerme la matriz y los ovarios: la mutilación.

   Muy debilitada por la operación, disminuido mi cuerpo, sintiendo toda clase de malestares, me volví triste y neurasténica, mientras que el culpable de mi desgracia, que deberá ser mi esposo, conoció a una muchacha de 40 años, viuda de un hombre rico y una noche… no le volví a ver mas…

   Desde entonces tengo una pena mortal, lloro la mayor parte del tiempo cuando me encuentro sola, tras dejar a las compañeras del almacén; no como casi nada y siento que estoy hecha polvo… ¡Es espantoso, dictar, ver que hay tantos hombres que se portan como sucios egoístas, para quienes la mujer no es más que un juguete que toman y dejan a su gusto! ¿No existe el amor fiel?’ (Hasta aquí su declaración).

   Antes de auscultar a la enferma, le hice notar que en uno y en otro caso, con sus tres novios sucesivos, no debió ceder a su deseo antes del matrimonio…, no era una buena táctica…, después de algunos meses de espera habría conseguido casarse o bien hubiera renunciado prudentemente a un amor imposible. Le hice observar que el aborto provocado era una acción muy mala, puesto que causa la muerte de un inocente y que si no lo hubiese hecho poseería aún su integridad física y el consuelo de poder dedicarse a un hijo, a quien querría con toda su alma.

   El examen mostró que estaba amenazada por la tuberculosis. Tomé, pues, las disposiciones necesarias para que entrase en un sanatorio”. (1)

   Para no caer en los graves errores de esta empleada hay que asegurarse en primer lugar en hacer una buena elección de la pareja. Por otra parte, igual que para ser un buen médico o enfermera hace falta preparación y estudio, así mismo para hacer un buen noviazgo y formar una sana familia es aconsejable seguir con interés y dedicación los cuarenta temas de este curso. ¡Ojalá todos acierten y tengan mejor suerte que esta empleada! (1) Doctor Carnot. El libro del joven. Editorial Herder. Páginas 169 a 172.

Volver a: Una joven empleada