
Un día hablaba con un amigo. Tendría tu misma edad. Durante la conversación me hizo esta pregunta: «¿Por qué es conveniente rezar al levantarnos?». «Tú mismo vas a descubrir la respuesta», le contesté. «¿Saludas a tus padres todos los días por la mañana?». «Sí». «¿Por qué lo haces?», le pregunté de nuevo. Reflexionó unos segundos y contestó con rapidez: «Porque son mis padres y les quiero». «Has acertado», le dije. Con Dios ocurre lo mismo. El es nuestro Padre del Cielo. Si tú y yo amamos a Dios de verdad, sentiremos la necesidad de hablar con Él por la mañana. Es una cuestión de cariño.
Mi amigo siguió preguntándome: «Y ¿qué puedo decirle a Dios al levantarme?». «Lo que quieras», contesté. Si te gusta, puedes decirle esta oración:
« ¡Señor mío y Dios mío! Te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado hasta hoy. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. Dame fuerzas para huir de las ocasiones de pecar y haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás».
También puedes hacer tu ofrecimiento de obras a través de la Virgen María, que es nuestra Madre del Cielo:
« ¡Oh, Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco del todo a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén».
De este modo comenzamos el día bajo la protección de Dios y de la Virgen. Todo lo que vamos a realizar: estudio, deportes, etc., tiene sentido divino. Nos ayuda a amar a Dios y a conquistar el Cielo. Así no perdemos el tiempo.
Miguel Ángel Cárceles. La aventura de acercarse a Dios. Juvenil Mundo Cristiano.