Lección de Unción de los enfermos

Con el sacramento de la Unción de enfermos  la Iglesia acude en ayuda de sus hijos que empiezan a estar en peligro de muerte por enfermedad grave o vejez. En estos momentos difíciles e importantes de la vida -cuando se ventila el destino eterno del hombre- , Dios no nos deja solos sino que se hace presente para socorrernos con su gracia y su misericordia. El sacramento de la Unción de enfermos  proporciona al cristiano gracia para vencer las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o vejez.

    Una cosa que debe preocupar a cualquier cristiano es recibir este sacramento -él o el familiar o el amigo- en el momento oportuno, valorando la ayuda que puede prestar al que lo necesita.

Ideas principales

1. El cristiano ante la enfermedad y la muerte

   La muerte llega inevitablemente a cada hombre, porque -queramos o no- es el desenlace natural de la existencia. Normalmente, llega con la enfermedad grave o a causa de la vejez.

    Para afrontar con dignidad y provecho ese momento de la vida, Dios socorre al cristiano con la Unción de enfermos, remedio y ayuda poderosa para sobrellevar con Cristo la enfermedad y salir al paso de la muerte fortalecidos con la gracia especial del sacramento. Aunque encuentra cierta resistencia en algunos fieles, que no quieren encararse con la muerte, la prudencia cristiana dicta que debemos estimar y desear este sacramento como un regalo de la misericordia de Dios. No estaría mal pedir cada día el favor de recibir debidamente el sacramento de la Unción de enfermos.

2. Qué es la Unción de enfermos

   Jesucristo ha previsto un remedio saludable para cualquier necesidad de la vida sobrenatural, y en los últimos momentos de la existencia el demonio monta la gran batalla, necesitando el alma de auxilios especiales. Estos auxilios han sido vinculados por Jesucristo a la Unción de enfermos, sacramento instituido para alivio espiritual y también corporal del cristiano gravemente enfermo. Por este sacramento el cristiano se une a Jesucristo para tener los mismos sentimientos que tuvo Él ante el dolor y la muerte.

3. Jesucristo instituyó este sacramento

   El sacramento de la Unción de enfermos fue instituido por Cristo, aunque lo promulgó el apóstol Santiago, que muestra la tradición de la Iglesia cuando dice: «¿Alguno de vosotros está enfermo? Que haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará; y si tiene pecados, le serán perdonados» (Santiago 5,14-15).

4. Efectos de este sacramento

    La gracia especial del sacramento de la Unción de enfermos  tiene como efectos:

– la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para bien propio y de toda la Iglesia;
– el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez;
– el perdón de los pecados, si no puede confesarse y contando con que se arrepiente de sus culpas al menos con dolor de atrición;
– el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual. Por eso no hay que esperar para administrar el sacramento a que el enfermo esté ya en la agonía; lo lógico es que esté plenamente lúcido. Sin  embargo, si ha perdido ya el conocimiento, tiene derecho a que se le suministre el sacramento y así debe hacerse, aunque bajo condición, en la duda de si vive.
– la preparación para el paso a la vida eterna.

    A propósito de la Unción es oportuno recordar que la Iglesia ayuda a los enfermos también con el Viático. Los buenos cristianos deben preocuparse de que reciban con frecuencia la comunión y, si es enfermedad grave, a modo de Viático, que significa «preparación de viaje»: el viaje a la vida eterna.

5. Modo de administrar este sacramento

   La administración de este sacramento tiene diversas ceremonias. Lo esencial de la celebración -igual que en los demás sacramentos- es la aplicación de la materia (santos óleos) y forma (palabras que pronuncia el ministro mientras unge al enfermo). El sacerdote unge con óleo bendecido (aceite consagrado por el obispo el Jueves Santo, de ahí el nombre de «santos óleos»)  la frente y las manos del enfermo, mientras dice: «Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo». Respuesta: «Amén». Y añade: «Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad». Respuesta: «Amén». En caso de necesidad, el presbítero que administra la Unción puede bendecir el óleo entonces.

6. Hay que prepararse para el momento de la muerte

   Dios acude en nuestra ayuda en todo momento, como Padre que nos ama y nos quiere felices en la tierra y después eternamente en el cielo. El haber estudiado este sacramento nos debe hacer pensar en la realidad de la muerte, que recuerda la necesidad de vivir siempre en gracia de Dios, crecer en vida cristiana, aceptar los sufrimientos que tengamos en esta vida y recibir con alegría la muerte, sabiendo que es el paso necesario para encontrarnos definitivamente con Dios en el cielo.

Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Navarra. 1982. Con la autorización de los autores.


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