e) Valentía. En toda relación amorosa está presente una serie de sentimientos que embellecen ese amor, pero que también pueden caer en la crisis. A veces es difícil descubrir el origen de la crisis. Hace falta un esfuerzo valiente para abrir el corazón al otro cónyuge y pedirle que ponga el suyo al descubierto para buscar entre los dos el origen de la avería. Si esto no se hace empieza a crecer el malestar, los resentimientos, la acritud y el encerramiento en uno mismo.
f) Sentido positivo. Cuando se piensa que el otro cónyuge debe mejorar en algún aspecto, hay que hacérselo ver del modo más positivo posible, de forma que esas indicaciones resulten aceptables y no demasiado amargas.
En lugar de decirle al otro: «Eres un egoísta. Solo piensas en tus cosas», sería preferible decirle: «Tu descuido me ha causado pena. Para mi este asunto era tan importante…». Decirlo sin resentimiento y con sentido positivo.
(Pintura: Joven tocando la flauta. LEYSTER, Judith. Museo Nacional. Estocolmo).
