
1. La samaritana
Le dijo Jesús a la samaritana:
– ¿Puedes darme un poco de agua, mujer?
Respondió la mujer: – Te daré agua, pero, ¿cómo tú siendo judío me pides de beber a mi, mujer samaritana?
– Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice «Dame de beber», tú le pedirías a él y él te daría a ti agua viva.
Quien bebe de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le diera jamás tendrá sed, pues será como una fuente que salta hasta la vida eterna.
Yo soy el Mesías, el que habla contigo.
2. Curación del hijo del cortesano
Vivía en Cafarnaún un cortesano cuyo hijo estaba enfermo. Fue al encuentro de Jesús y le pidió que curase a su hijo que estaba a punto de morir.
Jesús le dijo: – Vete. Tu hijo vive. El hombre creyó en las palabras del Maestro y se fue. Y antes de entrar en su casa unos criados le dijeron: – Tu hijo está sano y salvo. Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.
El cortesano abrazó a su hijo con gran alegría, creyó en Jesús y todos los de su casa.
3. La suegra de Pedro
En una ocasión, Jesús fue a Cafarnaún a casa de Pedro, y encontró a la suegra de éste en la cama con fiebre alta. Le pidieron que la curase.
Jesús se acercó a la enferma, la tomó de la mano y la hizo levantar. La fiebre había desaparecido.
Entonces, cuantos tenían enfermos en su casa, los llevaron a Jesús y él los curó.