
La Virgen María
La Virgen es la Madre de Jesús y nuestra Madre. es la criatura más perfecta que ha salido de la mano de dios y hemos de quererla como a verdadera madre, con cariño y con obras.
María es la Inmaculada Concepción que quiere decir que no tuvo pecado original ni ningún otro durante toda su vida.
Fue siempre virgen: antes del engendrar a Jesús, en el nacimiento y después de nacer. Por eso llamamos a María «la Virgen».
María subió en cuerpo y alma al cielo. Esto se celebra en la fiesta de la Asunción. Además es la Corredentora porque estuvo asociada por Cristo a la redención del género humano. Es Reina y Señora de todo lo creado, Madre de la Iglesia y Medianera de todas las gracias (por Ella nos vienen todos los bienes).
María es nuestra Madre porque Jesús nos la dio cuando estaba en la cruz. Le dijo a Juan: «He ahí a tu Madre.» (Jn 19,27). Desde entonces Ella intercede por nosotros. Por eso hemos de comportarnos como buenos hijos de la Virgen.
Vida oculta de Jesús
Jesús vivía en Nazaret y el Evangelio dice que «iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombre.» (Lc 2,25). Llamamos la vida oculta la que comprende desde su nacimiento hasta el comienzo de su predicación, a los treinta años.
Durante estos años Jesús llevó una vida sencilla: jugaba con los otros chicos, obedecía a sus padres, aprendía los salmos e iba conociendo la historia de Abrahán, Moisés y los profetas.
A los doce años fue con sus padres al Templo de Jerusalén para celebrar la Pascua y Jesús se quedó en el Templo discutiendo con los doctores de la Ley. A los tres días lo encontraron sus padres y les dijo: «¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?.» (Lc 2, 49)

En Nazaret San José le enseñó el oficio de artesano, posiblemente de carpintero. San José hizo de padre de Jesús en la tierra. Con su trabajo se ocupó en alimentar y cuidar a la Sagrada Familia. Jesús hizo su trabajo con esmero y atención y lo ofreció a Dios Padre con amor por todos los hombres. También nosotros hemos de estudiar y trabajar mucho y bien ofreciéndolo con amor para agradar a Dios.