
¿Qué le puedes contar a Jesús en la visita?
Lee despacio este punto de Camino y encontrarás la respuesta. «No dejes la Visita al Santísimo. -Luego de la oración vocal que acostumbres, di a Jesús, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada. -Y tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano» (Camino, n. 554).
Tú, cuando hagas la visita todos los días, puedes comenzar rezando esta oración:
«¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!». Padre Nuestro, Ave María y Gloria. (Tres veces).
Al terminar puedes manifestarle tus deseos de recibirle haciendo esta comunión espiritual:
«Yo quisiera, Señor, recibimos, con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los Santos».
Por último, cuéntale al Señor tus dificultades. Un día el tema de tu charla será alguna de las cosas que te cuesta hacer en casa: ayudar a tus padres, no enfadarte con tus hermanos, dejarles tus cosas, cumplir tus encargos, obedecer a la primera, ordenar tu ropa o tus libros, etc. Otro día háblale de tu estudio: si le dedicas el tiempo suficiente, si te distraes dándote cuenta, si tardas en ponerte a estudiar o si haces todos los deberes del Colegio. Es importante que, con frecuencia, le hables de tu vida espiritual. Dile entonces: «Señor, a veces, me cuesta comulgar con frecuencia y oír la Santa Misa con cariño; confesar cada semana; rezar por la mañana y por la noche con amor… Señor, yo quiero pero me falta bravura para vencer, soy egoísta, necesito que me ayudes». Piensa que Jesús te mira con amor te escucha y te alienta. ¡Le has ganado el corazón!
Ahora te voy a decir algo muy importante. Después de hablar con el Señor sobre estas cosas que te cuestan, elige una de ellas para luchar durante el día y pídele ayuda para conseguirla. Vencerás si pones esfuerzo. Así, desde ahora, cada día contarás con una victoria más. Tu vida, con Jesús, no será una vida derrotada y triste. Con él te irás engrandeciendo.
Otras veces cuéntale lo que te ha producido alegría: una buena nota, una victoria que has tenido, un triunfo en el deporte… Dale gracias después. Por último, puedes hablarle de las personas y cosas que amas: padres, hermanos, amigos; la Iglesia, el Papa, los sacerdotes… y pedirle por ellos. Así les ayudarás a salvarse.
Miguel Ángel Cárceles. La aventura de acercarse a Dios. Juvenil Mundo Cristiano.